Por una civilización mundial sin armas nucleares

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Por Javier Colomo Ugarte

La permanente del Consejo de Seguridad de la ONU está por la no proliferación del armamento nuclear basado en el régimen de no proliferación nuclear del tratado (Non-Proliferation Treaty, TNP), llamado a garantizar el control internacional del cumplimiento de los compromisos que emanan del citado documento. El TNP refrenda el derecho de todos los Estados signatarios de realizar investigaciones, producir energía nuclear y utilizarla con fines pacíficos. El tratado entró en vigor el 5 de marzo de 1970 y abarca a todos los países miembros de la ONU a excepción de Israel, la India, Corea del Norte y Pakistán.
Pero esta política, solo aplicable a quienes se adhieren a este tratado dejando de lado a los países que disponiendo de armas nucleares no lo han firmado, resulta desequilibrada e injusta, al mostrar el Consejo de Seguridad, por ejemplo, un especial celo en la vigilancia del programa nuclear Iraní, sancionando a este país por un pretendido programa armamentístico nuclear, a la vez que no realiza ninguna exigencia a los países nuclearmente armados y no firmantes del tratado y, dando patente de corso, al arsenal nuclear de Israel, así como tampoco vea objeto de sanción, que países armados nuclearmente puedan amenazar con el arma nuclear a países sin estas armas,
No obstante, la mayor afrenta a toda la humanidad es la existencia de las propias armas nucleares como consecuencia de que las potencias nuclearmente armadas se hayan arrogado por la fuerza en base a aspiraciones hegemónicas en unos casos y de defensa nacional en otros, el derecho hegemónico de amenazar la seguridad de toda la especie humana.
Los países , fundamentados en ese desprecio hacia humanidad desarrollaron la carrera armamentista nuclear. El primer país con armas nucleares fue EEUU en 1945, luego fue Rusia en 1949, seguidamente Reino Unido en 1952, Francia en 1960, China en 1964, India en 1974, Pakistán en 1998, Corea del Norte en el 2006, e Israel que guarda celosamente el secreto de sus armas nucleares. Obviamente todos los países que han desarrollado el arma nuclear después de la fecha de entrada en vigor del TNP en 1972, lo han a hecho al margen de este tratado.
La diferentes países nuclearmente armados tras el final de la Guerra Fría han formulado diferentes doctrinas militares en cuanto al uso del armamento nuclear, así por ejemplo, China dice que nunca será el primer país en utilizar el arma nuclear y que solo lo haría si se verifica un ataque en marcha con armas nucleares contra China; por su parte, Rusia se ha reafirmado en una doctrina similar pero reservándose el derecho de utilizar el arma nuclear si el ataque a Rusia fuera con armas convencionales pero de un gran efecto devastador; la potencia más agresiva es EEUU quien, en su doctrina nuclear, mantiene el uso de las armas nucleares como armas ofensivas, aunque ha matizado que solo lo hace contra los países nuclearmente armados que amenacen a EEUU o a aliados suyos, como es el caso de Corea del Norte que amenaza a los países aliados de Corea del Sur y Japón; en su nueva doctrina EEUU ha excluido de su amenaza nuclear a todos los países que no tienen el arma nuclear ha excepción de Irán. El resto de potencias nucleares: Francia, Gran Bretaña, India y Pakistán no tienen definida una doctrina pública sobre el uso de las armas nucleares. Israel es el país que mantiene más en secreto su armamento nuclear y su estrategia de combate para el uso de esas armas.
No obstante, ninguna de estas consideraciones que hacen las diferentes potencias sobre su armamento nuclear sirve para iniciar un desarme nuclear que libere a la humanidad de su amenaza, pues, una vez que las armas nucleares se han hecho presentes, los países nuclearmente armados están enrocados, según los casos, en un círculo vicioso defensivo ofensivo y ofensivo defensivo, que hace inviable que prospere cualquier iniciativa para un desarme total, limitándose la negociación sobre estas armas a la reducción de su número, pero nunca a su eliminación.[1]
Por ello, lo países nuclearmente armados no están capacitados para liderar ningún proceso de eliminación total de las de armas nucleares. Deberá ser pues, más tarde o más temprano, la sociedad civil mundial liderada por los países no armados nuclearmente quienes tengan que protagonizar una lucha decidida de toda la humanidad para erradicar de la Tierra las armas nucleares, lucha que no puede desligarse de la exigencia de un nuevo Orden Mundial que ponga fin a todo tipo de hegemonía, pues mientras las aspiraciones hegemónicas mundiales o regionales de determinadas potencias prevalezcan, éstas querrán seguir teniendo en sus arsenales armas nucleares.
Inevitablemente la aspiración de un mundo sin armas nucleares está vinculada a una nueva civilización en la que la humanidad esté en el centro de todas las cosas, en la que no existan potencias hegemónicas, y las naciones sean partícipes de una gobernanza mundial destinada a buscar la paz imperecedera y la prosperidad de todo el género humano a través de la integración económica mundial en armonía con el medio ambiente. Mientras tanto, la especie humana y la vida en general seguirán amenazadas por la paranoia de una camarilla de políticos y militares nacionalistas enredados en su estrategia nuclear particular.


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