El independentismo catalán consiguió ayer (11 de septiembre) la demostración de
fuerza que venía buscando desde hace meses para intentar convencer al Gobierno
central de que la demanda de un referéndum de autodeterminación no es un
capricho pasajero ni minoritario. LaAsamblea Nacional Catalana (ANC), la entidad social que
convocó la cita de ayer avalada por el Gobierno de CiU, consiguió un apoyo masivo a la a cadena humana de 400 kilómetros de
longitud que unió los dos extremos de Cataluña pasando por Barcelona y que
tenía un lema claro: “Via catalana para la independencia”.
Los organizadores
pidieron que el referéndum tenga lugar el próximo año a más tardar y que éste
tenga una pregunta “clara”. Con ello, además de presionar a Rajoy,
clamaron porque Artur Mas no se desvíe de su hoja de ruta tal y como
sugerían sus palabras de la semana pasada, cuando abrió la puerta a demorar el
proceso hasta 2016 tras hablar con el presidente en una cita secreta en Madrid.
La movilización partió de la ANC, una entidad privada que
está actuando como centinela del proceso soberanista desde la sociedad civil.
Tras el éxito de la manifestación del año pasado, en la Diada de ayer quiso dar
un paso adelante para dejar claro que no solo defienden la opción del “derecho
a decidir”, sino que abogan directamente por la independencia. Convergència Democràtica y Esquerra Republicana se volcaron en la movilización.
En cambio, no lo hizo Unió
Democràtica, si bien algunos de sus dirigentes, comenzando por la
vicepresidenta de la Generalitat, Joana Ortega,
acabaron por participar en la cadena humana. Algunos dirigentes del ala
catalanista del PSC participaron en la cita, aunque el partido se desmarcó
abiertamente. Tanto el PP como Ciutadans organizaron actos alternativos.
Los convocantes consiguieron llenar
sobradamente el recorrido previsto, que iba desde la frontera francesa hasta el
límite entre Cataluña y la Comunidad valenciana, en total 400 kilómetros. Según
la ANC se habían inscrito previamente a la movilización más de 400.000
personas, que permitían cubrir este recorrido. Tras la cadena humana la
Generalitat aseguró que la participación “en ningún caso” era inferior a 1,6
millones. La Guardia Urbana de Barcelona aseguró que en la capital catalana
salieron a la calle medio millón de ciudadanos.
Al finalizar el acto, la presidenta de la ANC, Carme
Forcadell, exigió al presidente catalán, Artur Mas, que tome “decisiones
históricas” y convoque en 2014 una consulta para no demorar más la
independencia. “Pedimos a nuestras instituciones que cumplan la declaración de
soberanía del pasado enero y convoquen la consulta sin dilaciones ni pérdidas
de tiempo que solo perjudican a nuestro pueblo, sobre todo a los más
desfavorecidos. Es hora de que demuestren su determinación y compromiso con
este pueblo, convocando la consulta para 2014”, dijo el presidente.
Artur Mas no participó directamente
en la cadena humana para “preservar” la institución que preside, pero sí lo
hicieron buena parte de sus consejeros. Y lo que quedó claro es que el
Ejecutivo catalán intentará capitalizar la movilización popular tanto como
pueda. En este sentido, el titular de Presidencia, Francesc
Homs, advirtió al Gobierno de Mariano Rajoy de que no puede quedarse “de
brazos cruzados” ante la movilización. También apeló a las bases
independentista a administrar correctamente este mensaje en la política
catalana y dijo que el Gobierno se siente “reforzado”.
Sin embargo, el mensaje de la ANC ya hace días que no
coincide con el del Gobierno de CiU. La entidad independentista teme que las
primeras negociaciones que Artur Mas ha comenzado con Mariano Rajoy acaben por
descafeinar la consulta hasta el punto de desnaturalizarla. Las alarmas entre
los independentistas saltaron la semana pasada cuando Mas admitió la semana pasada que no podría hacerse la consulta el
año que viene si esta no tiene el visto bueno del Gobierno, y
que luego solo quedaría la vía de unas elecciones autonómicas en clave
plebiscitaria en 2016.
Forcadell insistió en que quieren la
consulta en 2014, y no dentro de tres años. También dejó claro que los
independentistas apuestan por una pregunta clara sobre la secesión. “Y una
respuesta clara”. Pero todo apunta a que Mas se inclina por una pregunta
múltiple. O por no preguntar solo por la secesión.
Ayer mismo lo volvió a insinuar en un encuentro a puerta
cerrada con corresponsales extranjeros. En un intento de internacionalizar el
conflicto catalán, Mas insistió ante la prensa internacional en que se podría
modificar la pregunta de la consulta en caso de que el Gobierno central y la
Generalitat alcanzaran un acuerdo sobre financiación en la línea del pacto
fiscal que reclamaba el año pasado él mismo. En este caso, dijo que se podría
preguntar a los ciudadanos si prefieren el pacto fiscal o “lo otro”, dijo, en
referencia a la independencia. Eso sí, Mas insistió ante la prensa extranjera
en que no renunciará a “algún tipo de consulta”. Pese a que su partido,
Convergència, ya habla sobre la independencia con cierta naturalidad, Mas se
resiste a nombrar esta palabra en público argumentando que en el marco de la UE
ya no existe la independencia total de ningún país. De ahí las presiones de la
Asamblea Nacional Catalana para que Mas abrace abiertamente el secesionismo
antes de ponerse a negociar con Rajoy. Muchos aún recuerdan que fue
precisamente Artur Mas quien, siendo jefe de la oposición, negoció a la baja el
Estatuto de Cataluña con el Gobierno central antes de que el Tribunal
Constitucional acabara por recortarlo todavía más.
El presidente catalán, que ayer solo habló públicamente
antes de la movilización, incidió precisamente en la necesidad de negociar con
el Gobierno central. Se comprometió a dialogar “hasta el final” con Rajoy para
conseguir el referéndum. Al mismo tiempo, alertó de que el “Estado español
tiene un problema grave de relación con Cataluña” si no encuentra la forma de
canalizar las ansias de muchos catalanes para decidir su futuro colectivo.
Consciente del revuelo provocado por su marcha atrás verbal de la semana
pasada, ayer recalcó que no hay cambios en la hoja de ruta: “El compromiso es
organizar la consulta el año que viene y espero que el diálogo con el gobierno
central lo permita”.
Esquerra Republicana también intentó capitalizar la
movilización de ayer atrayéndose el electorado de CiU. “Todos los partidarios
de la consulta formamos parte del mismo equipo, que sin duda acabará ganando”,
dijo el presidente de ERC, Oriol Junqueras.
El escenario que se abre a partir de ahora es el de la
negociación entre gobiernos. Y todo apunta a que será de lo más discreta. El
Gobierno de la Generalitat insiste públicamente en que la consulta en 2014 es
posible y factible, aunque en privado sus consejeros se muestran más escépticos
y ven más factible el escenario de unas elecciones anticipadas.
Sin embargo, en CiU cada vez hay más temor a unos comicios
antes de tiempo, especialmente por el avance aparentemente imparable de
Esquerra Republicana de Catalunya, que se está convirtiendo en la gran
beneficiaria del proceso. En principio, los republicanos continuarán ofreciendo
su apoyo al Gobierno en minoría de Mas mientras éste no se desvíe de la consulta.
Y esto incluye elaborar unos impopulares presupuestos para 2014 con nuevos y
dolorosos recortes. Eso sí, la condición que piensan poner los republicanos
para avalar las cuentas será fijar la fecha de la consulta.
Esto reduce enormemente el margen de maniobra de Mas, puesto
que el Gobierno central no parece dispuesto a negociar nada teniendo encima de
la mesa un plazo concreto para la votación. Por si acaso, Mas aseguró ayer que
la demostración de fuerza de ayer “no será la última”.
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