La “guerra de divisas”. El dólar no puede seguir siendo la moneda de referencia global
Por Niko Schvarz
La guerra de divisas, de la que son acusados principalmente Estados Unidos y China, estuvo en el trasfondo de la reunión del G20 en Seúl, en la cual se elevaron voces como la de Brasil a favor de la modificación sustancial del orden económico internacional.
El G20 se constituyó inicialmente con Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia (G7) y a poco andar incorporó a Rusia (G8). Más adelante se sumaron 5 países emergentes: China, India, Brasil, México y Sudáfrica. Conviene anotar que los tres primeros de éstos y Rusia conforman una entidad de gravitación considerable, el BRIC, y que Brasil integra además otra asociación particular con Sudáfrica. Luego se cooptaron tres miembros más pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE): Australia, Turquía y Corea del Sur, anfitrión de esta Vª cumbre. Las últimas incorporaciones fueron las de Arabia Saudita, Indonesia y Argentina, tercer miembro latinoamericano; después ingresó la Unión Europea como miembro y España adquirió este año el status de “invitado permanente”. Por ahí andaba Rodríguez Zapatero.
Digamos de paso que el G20 respaldó la resolución adoptada por el FMI de otorgar mayor poder de decisión en el organismo a China y Brasil, con un aumento de su cuota en 6,5%. Algo es algo.
El término “guerra de divisas” fue acuñado por el ministro de Hacienda brasileño Guido Mantega para describir la política de países como Estados Unidos y China de forzar la desvalorización de sus monedas para beneficiarse en sus exportaciones. Se habla en ese sentido de un dólar subvaluado y de un yuan subvaluado. En el caso del dólar, ello afecta negativamente al mundo entero por su papel en las transacciones comerciales. La semana anterior a la reunión de Seúl, la FED inyectó 600 mil millones de dólares en la economía por medio de la recompra de títulos públicos a largo plazo. Varios países, Brasil entre ellos, reclamaron por los daños colaterales de esta decisión, por su rebote en la valorización de las monedas locales en perjuicio de sus exportaciones. La presidenta electa Dilma Rousseff, presente en Seúl junto con el presidente Lula, declaró que esta medida genera un “proteccionismo camuflado”, que el dólar débil provoca desequilibrios en la economía mundial y coloca el reajuste norteamericano en la cuenta de la economía de los demás países. Paul Krugman dice en The New York Times que la FED cometió un grave error al cambiar su política tradicional de comprar deuda a corto plazo pasando a adquirir deuda a largo plazo, que muchos gobiernos “se quejan a los gritos de que las medidas de la FED han debilitado al dólar” y que ello no va a resolver la situación del país, caracterizada por “un desempleo desastrosamente alto”, al punto de que “los 15 millones de desempleados, la mitad de los cuales han estado sin empleo durante 21 semanas o más, pagarán el precio, mientras la caída sigue y sigue”.
En este cuadro, el G20 resolvió en el “Plan de Acción de Seúl” que los países deben “abstenerse de desvalorizaciones competitivas de sus monedas”, o sea evitar devaluaciones unilaterales. Afirma también que “los países resistirán al proteccionismo bajo todas sus formas” y se comprometen a combatir el calentamiento global, asegurando que “no escatimarán esfuerzos para el éxito del encuentro de Cancún (México) sobre cambio climático” en diciembre. Vivir para ver.
Todas las informaciones han destacado la advertencia del presidente Lula en la Cumbre de que no hay lugar en el mundo para decisiones unilaterales y que la economía mundial puede quebrar si EEUU y Europa apuestan sólo a incrementar sus exportaciones sin reactivar sus mercados internos. El mandatario propuso a la vez que el dólar deje de ser la moneda de referencia global, recordando que Brasil promueve en el BRIC comerciar en las monedas propias y que Brasil y Argentina están intercambiando en reales y pesos. Se ha hablado de sustituir el dólar por una canasta de monedas que incluirían además el yuan chino y el yen japonés, el euro y el real. Éste puede ser tema para un acuerdo como lo fue el de Bretton Woods al fin de la segunda guerra mundial.
El presidente brasileño expuso en un breve discurso de 8 minutos la experiencia de su país, que superó bien la última crisis financiera mundial mediante la decisión política de estimular la economía con medidas anticíclicas y de incentivar el consumo interno. Si todos los países hicieran lo mismo, recogerían buenos resultados, dijo. En cambio, si los países ricos reducen el consumo y quieren apostar solo a las exportaciones para salir de la crisis, las consecuencias podrían ser desastrosas y con alcance general, añadió. Llamó a acciones coordinadas para evitar que el mundo se encamine hacia el proteccionismo comercial. Hay que tener en cuenta que por el 2014 los países en desarrollo van a significar más del 55% del PBI mundial, como lo reconoce el propio FMI.
Dijo también que los países de América Latina están en una situación de crecimiento económico, de aumento de sus reservas, de mejora de la calidad de vida de sus pueblos, y puso el ejemplo de su país en la ayuda a los países africanos, porque “cuando los países más pobres se desarrollen van a requerir más producción de alimentos, de autos, de computadoras, de máquinas, y estaremos creando una combinación armoniosa entre países desarrollados y países en desarrollo”. Veremos si algo de esto se cumple en ocasión de la próxima cumbre del G20, el año próximo en Francia.
Paraísos fiscales
Cristina Fernández de Kirchner (que representó a América Latina junto con Lula y Felipe Calderón) señaló la importancia de llevar a la práctica políticas contra los paraísos fiscales y de fijar mayores controles al flujo de los capitales especulativos. Además destacó la necesidad de promover el empleo y de que las finanzas tengan como principal objetivo “la economía real”.
Publicado en La República, 15 de noviembre 2010, pág. 12
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